En un pequeño taller polvoriento, un sueño rodaba sobre diminutas ruedas.
Y cada chispa iluminaba la mente de un futuro inventor.
Su primer motor no solo giraba—cantaba con ambición.
Y en ese zumbido, el camino por delante comenzó a susurrar.
Se atrevió a dibujar lo que otros temían imaginar.
Y sus líneas se convirtieron en las ruedas que movieron el mundo.
En la Exposición Universal, mostró que el futuro tenía ruedas.
Y el mundo se inclinó para escucharlas girar.
Construyó máquinas que persiguieron montañas y ganaron.
Porque cada curva fue trazada con valentía.
Soñaba con un coche para cada familia, no solo para los ricos.
Y con una sola curva, le dio una sonrisa al mundo.
Incluso en silencio, sus ideas nunca dejaron de zumbar.
Porque la verdadera visión sobrevive a cualquier tormenta.
De una chispa a una leyenda, el viaje fue real.
Y cada motor que ruge aún repite su nombre.